Por estos días, medio mundo está con la fiebre del mundial. En las calles, en los bares, en los parques, en las escuelas, en las universidades, en el mercado, en las oficinas, todos hablan de fútbol. Sí, el fútbol hechiza a propios y ajenos; pero debo decir que yo no soy un aficionado al fútbol. No he visto ningún partido del Mundial Brasil 2014, ni estoy pendiente de quién juega con quién, a qué hora, en qué estadio y mucho menos me interesa saber quiénes son los favoritos y quién será el campeón mundial. Es más: en la casa donde vivo, desde el año 2005, no hay un televisor.

Entonces, ¿a qué vienen estos comentarios? Se preguntarán. Les quiero compartir lo siguiente: me topé con una noticia que me llamó mucho la atención -y seguramente a muchos de ustedes. El domingo pasado, la selección japonesa jugó contra Costa de Marfil y perdió 2 a 1. Los aficionados  japoneses que asistieron al estadio, al finalizar el partido, limpiaron el  estadio. 
Aquí les dejo un extracto de la noticia: " (...) los japoneses que asisten a un encuentro deportivo están habituados a recoger la basura cuando éste finaliza. Sin duda, esto a muchos nos parecerá asombroso y quizá, incluso, nos cause un poco de vergüenza darnos cuenta de que no es un impulso casi natural, pero para los japoneses es común. De ahí que el mundo esté impresionado con el comportamiento de los aficionados de Japón que asistieron al partido que su equipo disputó con la selección de Costa de Marfil en el marco del campeonato que se celebra en Brasil. Si bien su equipo perdió, ello no les impidió seguir su costumbre y pasearse entre las gradas para limpiar el lugar".

¿Por qué los aficionados japoneses limpiaron el estadio al finalizar el partido Japón-Costa de Marfil? La respuesta es simple: por educación y cultura. Dos cosas que hoy por hoy son para nosotros apenas dos palabras, abstractas, vacías de sentido. 

Muchas veces he ido a un estadio, tantas veces he estado en la plaza de acho, en un coliseo, en una sala de cine, en los parques... y observo avergonzado, iracundo a veces, cómo los ciudadanos ensucian esos espacios públicos como si de un muladar se tratase... Sin ir muy lejos, cada día me enfrento a decenas de estudiantes adolescentes de secundaria y les recuerdo, les exijo, practicar buenos hábitos, como el simple hecho de no arrojar la basura en al piso... pero de nada sirven o sirven de muy poco cuando en casa, la familia no practica esos mismos hábitos. 

La educación nace en la casa y se hace en la casa. La escuela fomenta la práctica de valores, la promueve, la refuerza... pero estos esfuerzos de nada sirven si en casa no se practican. Los japones nos ha dado una excelente lección de educación, cultura y civismo... ojalá llegue el día en que nosotros seamos capaces de hacerlo.