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imagen tomada Del muro del maestro julio atencio

FELIZ DÍA DEL MAESTRO; PESE A LA CONDENA, “POBRESOR”

Un saludo a todos los maestros peruanos y una reflexión 

Ser maestro –en esencia– significa forjar a los futuros ciudadanos de una nación. Formar el alma y el carácter de las futuras autoridades, de los futuros padres que serán a la vez los educadores de sus propios hijos, de las siguientes generaciones.

Luis Alberto Medina 

Publicado: 2016-07-06


Hoy, 06 de julio, celebramos el día del maestro. Por ello, inicio estas reflexiones, saludando a cada uno de los maestros del Perú. Los llevo presentes y les tengo una enorme gratitud, porque sé lo que significa ser maestro y porque tuve como maestra –de escuela y de vida– a mi propia madre: ejemplo de vida y coraje. ¡Feliz día maestros!

Ser maestro significa ser un líder. Un mentor de las juventudes ávidas de conocimientos. También un consejero, un compañero de esas almas tristes, golpeadas por las circunstancias de la vida, que andan cabizbajos por los patios y por las aulas... Muchas veces invisibilizados, por el entorno o –en algunas ocasiones– autoinvisibilizados.

El maestro tiene el deber –y acaso el honor– de sacar a flote la inteligencia, la creatividad, el pensamiento crítico-reflexivo. También, el de sacar a flote el carácter y el autoestima de quienes flaquean o están buscando (re)definir su rol en la sociedad y para consigo mismo; y el de permitirle al pupilo la oportunidad de aprender por sí mismo. Aprender a aprender, saber equivocarse para saber ser.

Ser maestro –en esencia– significa forjar a los futuros ciudadanos de una nación. Formar el alma y el carácter de las futuras autoridades, de los futuros padres que serán a la vez los educadores de sus propios hijos, de las siguientes generaciones. Así ha de ser, así debió ser siempre… pero, ¿qué significa ser maestro en el Perú?

Ser maestro en el Perú –en este país de las mil y una contradicciones– significa ser un profesional condenado a la pobreza y –en consecuencia- a la mediocridad. Valga decir, a una vida mediocre, sin mayores oportunidades de crecimiento social y económico. Ser maestro en el Perú significa estar condenado al conformismo puro. 

En este país el maestro no cuenta. Es casi invisible para el Estado y para la sociedad. A la clase política y gobernante no le interesa el maestro peruano. Más bien siente desprecio por él. Recuérdese expresiones indignas y malsanas, como “comechados” y “mediocres” de quien fuera dos veces presidente de la república, el "doctor" Alan García Pérez, para calificar a los docentes del magisterio, cuando estos salieron a las calles en justo reclamo por mejores sueldos y -sobre todo- por una reforma educativa más apropiada; es decir, verdadera.

¿Qué le espera al maestro peruano, en una sociedad indolente, indiferente, de espaldas a sus maestros y a la educación de sus propios hijos?, ¿qué le espera al maestro condenado a la pobreza en esta sociedad del consumo, la banalidad y la estupidez colectiva, fomentada desde los medios de comunicación masivos?

Hagamos un alto en nuestras vidas y pensemos: ¿qué estamos haciendo por nuestros maestros, para que estos estén motivados, para que sientan pasión, orgullo y dignidad por lo que hacen?, ¿de qué manera los están preparando en las universidades?, ¿qué están haciendo los gobiernos de turno para que el maestro tenga un sueldo digno, un hogar, una familia con posibilidades de progresar, ascender socialmente, y para que tenga una excelente formación académico-profesional?

Ya lo decía el gran Salazar Bondy –sí, el filósofo–, con la genialidad y sencillez que lo caracterizó: “La educación de un país es el reflejo de la sociedad” (y no al revés). Entonces, nuestra educación es el reflejo de lo que nosotros somos como sociedad, como nación, como un colectivo con sus vicios y sus virtudes.

Villa El Salvador, 06 de julio de 2016.


Escrito por

Luis Alberto Medina

Fundador y director de la revista literaria El Azar Inmóvil, investigador, fotógrafo aficionado, bloger y docente.


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