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Imagen: internet

USUARIO DEL BCP TROLLEA AL BANCO EN QUECHUA

¿NO HABLAS CASTELLANO? ¡NO EXISTES!: Historia de un país con aires de grandeza

Bajo estas condiciones, una república bicentenaria no tiene mucho que celebrar. Vamos, hagamos un poco de ejercicio mental: ¿qué tenemos que celebrar en nuestro bicentenario?

Luis Alberto Medina

Publicado: 2017-12-04

Un usuario del Banco de Crédito del Perú (BCP), hastiado de las innumerables llamadas telefónicas que recibe por parte del banco para ofrecerle “préstamos preaprobados”, decide burlarse del banco de una manera muy peculiar. El usuario, identificado como Juan Mamani Condorcanqui, decidió responder todo en quechua a la operadora de la mencionada entidad financiera. Aquí reproducimos íntegramente lo que el usuario compartió en su muro de la conocida red social, Facebook:

TROLLEANDO ANDO (EN QUECHUA)

(Me llaman del #BCP, misma historia de siempre: tarjetas preaprobadas)

- ¿Aló?, ¡buenos días! (se oye la voz de una mujer) 

- ¡Allinllachu! (con tono alegre y muy amable).

- (Incrédula). Perdón... no le oigo bien. ¿Con el señor Luis Medina, por favor?

- Arí, ñuqam kani.

- ¿Cómo está? Le llamo del BCP... ¿Puede hablar español, por favor?

- Manam yachanichu.

- (Previa sonrisa cómplice) Al parecer sí sabe, porque me está contestando todo.

-Manam yachanichu. Qam quechuapi rimaykamuway.

- No le entiendo. ¿Puede hablar español, por favor?... O si no pásame con el señor Luis.

- Manam yachanichu. Ñuqam kani Luis.

- Aquí dice que usted habla español perfectamente.

- Manam, manam, manam yachanichu.

- Ok. Gracias. ¡Que tenga un buen día!

- Qampas, sulpayki.

Lo anterior, de haber sido noticia, más o menos, habría sido relatada de ese modo; pero no, solo se trata de una anécdota, una peculiar travesura. Ustedes juzguen, pero el hartazgo conlleva a usar diferentes estrategias para evadir eso que nos es incómodo, pero -según parece- inevitable: el telemárquetin.

No existe Juan Mamani Condorcanqui, pero sí quien suscribe este relato. El hecho ocurrió el miércoles 29 de noviembre. Al respecto, obtengo algunas reflexiones. A saber:

1) Durante el pequeño intercambio, pude notar que la operadora del banco me entendía claramente. En este sentido, creo que ella pudo ofrecerme su "oferta" en castellano y yo responderle en quechua. Al renunciar a la comunicación, pese a que me entendía a la perfección, evidencia eso que todavía es una realidad y de lo que muy pocas veces hablamos: los ciudadanos que somos hablantes nativos de lenguas originarias somos invisibles para las empresas y para ciertos sectores de la sociedad y del Estado.

2) Si una persona habla quechua u otra lengua originaria, no tiene acceso a los servicios que ofrecen las empresas y -en algunos casos- el mismo Estado. De la anécdota, se desprende lo siguiente: ¿No hablas castellano? Lo siento, no existes. No tenemos nada para ti. No te entendemos. No puedes ingresar aquí, porque aquí solo se habla castellano. No te puedo atender si no usas el castellano (a esto hay que agregarle la discriminación y el racismo).

3) Si una persona quechuahablante, en una ciudad como Lima, quiere comprar un teléfono celular (por poner sólo un ejemplo) no puede hacerlo. Necesita de un intérprete: el hijo, el hermano, el vecino que es bilingüe. La ayuda nunca vendrá de la propia empresa. ¿Por qué? Claro: nunca se ha pensado en ese cliente potencial, porque se cree erróneamente que el quechua es cosa de pobres. ¿Quieres acceder a los "beneficios" de la sociedad? Esta parece ser la respuesta: tenemos malas noticias para ti, aprende castellano.

4) La invisibilización de las culturas y lenguas originarias se inició en la Colonia. Con la rebelión de Túpac Amaru II, se prohibió el uso del quechua. Cuarenta años después se instauró la República; sin embargo, doscientos años después, en este país con aires de grandeza, dicha invisibilización sigue vigente.

5) Finalmente, aún está vigente lo siguiente: no saber castellano se asocia a ser pobre, analfabeto, ignorante. 

A puertas del bicentenario de la fundación de la República, nos preguntamos lo siguiente: ¿cuánto hemos avanzado? En Bolivia, existen tres universidades indígenas: Casimiro Huanca (quechua) en Chimoré de Cochabamba; Tupac Katari (aymara), en Warisata de La Paz; y Apiaguaiki Tüpa (guarani), en Macharetí del Gran Chaco de Chuquisaca. (Por cierto, esto no hubiese sido posible, sin las reformas del gobierno Morales).

¿Qué tenemos aquí? Ninguna universidad ni instituto quechua, excepto algunos institutos privados, aún incipientes, y centros de Idiomas de universidades como la Católica y San Marcos. Los esfuerzos del Estado aún no son visibles. 

¿Eres quechua y quieres ir al teatro, al cine, a un café quechua? Lo sentimos. Quédate con tus fiestas en las pampas de Comas, en los arenales y los corrales de Villa el Salvador y Villa María del Triunfo. Sigue festejando lo tuyo en las periferias, porque aquí solo tenemos para ti más de la Chola Chabuca y la Paisana Jacinta. Esas parecen ser consignas ineludibles. 

Bajo estas condiciones, una república bicentenaria no tiene mucho que celebrar. Vamos, hagamos un poco de ejercicio mental: ¿qué tenemos que celebrar en nuestro bicentenario? Veamos. Los medios dirán que somos el país del Inka Kola, que somos dueños del seviche, que tenemos el mejor pisco, que tenemos una de las maravillas del mundo… Ah, se me olvidaba: ¡nuestra selección de fútbol logró clasificar al mundial luego de 36 años! ¿Y nuestros derechos lingüísticos?

San Miguel, 04 de diciembre de 2017.


PD. 

Si has leído esto y hablas, como este humilde mulero, alguna lengua originaria, te dejo esto: TODOS TENEMOS EL RETO de seguir impulsando nuestras herencias ancestrales: nuestra lengua y nuestra cultura originarias. 


Escrito por

Luis Alberto Medina

Fundador y director de la revista literaria El Azar Inmóvil, investigador, fotógrafo aficionado, bloger y docente.


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