"Dime tu edad, tus nombres y apellidos, dime si eres parte de los que organizaron la toma. ¿Sí, lo eres? Ya. Ahora, que el Ministros del Interior, el Ministro de Justicia, el Presidente de la República, el Premier, la Policía tomen nota y en los minutos que quedan que te enmarroquen y te metan preso por delincuente. Si no te meten preso, el gobierno de Vizcarra se ha acabado hoy, porque si no mete preso a un delincuente chiquito de 23 años, qué va a poder gobernar un país".

Esas son, casi literalmente, las palabras de ese señor que tiene nombre impronunciable y apellido que suena a vómito. No importa, si tu protesta es justa, legal o ilegal. No importa que te roben, que te violen, que te cierren todas las puertas ante un reclamo. No importa nada. No protestes, no salgas a las calles, no tomes las calles, no tomes el local de tu universidad.

¿Buscaste dialogar por todos los medios posibles y nunca te escucharon? No hagas nada. Quédate de brazos cruzados. Que te sigan robando, que te sigan violando, sigue pagando lo que no debes pagar. Sigue tocando puertas inútilmente, pero no protestes. No tomes locales, no salgas a la calle... porque si lo haces, eres un delincuente.

Y... ¿bien?, ¿nos vamos dando cuenta? Lo anterior es una síntesis que refleja muy bien la consigna del periodista promedio en nuestro país. Esta es la ideología del nuevo orden mundial. Ciudadanos idiotizados, pasivos, domesticados, indiferentes, subordinados. Trabajadores sin derechos, esclavizados, con sueldos recortados, sin estabilidad; precarios, débiles; incapaces de reclamar o protestar por esa misma debilidad. 

No hagas nada. No salgas de casa. Quédate ahí en el confort de tu hogar. Sigue llenando tu Panini. Sigue soñando con la selección. Sigue consumiendo la basura que se te ofrece en los medios. Sigue alimentándote con la posverdad. Sigue: trabaja y trabaja. Cómprate un coche nuevo, cómprate un departamento si puedes. Endéudate por 20 años y luego otros más. Sé esclavo de tus deudas. Consume. No siembres si tienes un huerto, no trabajes en casa si eres hábil con las manos. Compra, oh esclavo del sistema. 

No importa si te roban. No importa si hay corrupción. Deja que el mercado haga todo solo. Deja que se regule así misma. La libre competencia es la divina ley. La regia, la geisha del mercado. Que desaparezca el Estado, excepto para salir a masacrarte por protestar, por insubordinado, por delincuente. 

Y así, a este sistema perverso le vamos llamando progreso. Hombres y mujeres insomnes. Sumidos en el opio y a la basura que consumen todos los días en los medios. Ciudadanos-niños embobados con su álbum Panini.  ¿La política? Déjala, es cochina. ¿La filosofía? Que muera, extermínenla. ¿La lógica? Es una aberración, mátenla para siempre. ¿El pensamiento crítico? Es peligroso, hay que desterrarlo de las casas, de las escuelas, de las universidades.

¿La democracia? Salúdala, es solo una estatua invisible que no te sirve. Es un invento de las clases políticas y económicas gobernantes para justificar su poder. Es un invento que fue creado para que unos puedan amasar fortuna y otros sean los explotados. Un juego perverso que se perpetúa. 

Cuidado. La náusea nos está empapando. La pus se ha convertido en el cáncer de la sociedad. El señor Filipillo -o como se llame- y todos sus congéneres no son más que operadores de este nuevo orden mundial. Los que protestan son proterroristas, aprendices de terroristas, terroristas antimineros, terroristas antiinversión, vándalos, delincuentes. 

En suma, actualmente, los medios de comunicación ya dejaron de ser medios de comunicación. Renunciaron a su esencia y razón de ser.  Ahora son canales de ideologización. Medios de manipulación. Sus "comunicadores", "reporteros", "periodistas" no son más la voz que el pueblo necesita para estar informado. Ahora -más que nunca- ellos son la voz, los operadores ideológicos de la Confiep y asociados.  

Malos días son los que van pasado últimamente. La corrupción supura como la pus por donde sea vea; por otro lado, hoy hoy la Policía Nacional ingresa con tanquetas a la universidad San Marcos. Muchos estudiantes han sido brutalmente heridos y detenidos cual vulgares delincuentes. 

Tal acto de violencia -aunque no estuviésemos de acuerdo con la protesta estudiantil- viola la intangibilidad y la autonomía de las universidades. En este sentido, merece el repudio de la sociedad civil y los colegios profesionales de todo el país. Mal precedente para el país. Incongruencia suma para el rector Cachay. 

Luis Alberto Medina 

San Miguel, 06 de abril de 2018